ESA noche, cuando los niños empezaron
a llorar, Lali corrió a la habitación esperando llegar antes de que despertasen
aPeter, pero no tuvo suerte porque él entró un segundo antes, con el pantalón
de chándal y nada más.
Lali se dirigió a las cunas,
diciéndose a sí misma que no pasaba nada. Cuando volvió esa noche, después de
reunirse con su hermano, solo le había preguntado por los niños. No tenían nada
que decirse.
Cuando él iba a sacar a Alay de la
cuna estuvo a punto de detenerlo, pero recordó que la niña tenía necesidades
especiales y si se lo explicaba tendrían algo neutral en lo que concentrarse.
Cambió el pañal de Tom mientras él
hacía lo propio con Alay y después fue a la cocina a buscar los biberones.
Cuando volvió, se sentó en la
mecedora y empezó a darle el biberón, mirando a Peter por el rabillo del ojo.
–Le gusta que le hablen mientras toma
el biberón.
–¿Qué?
–Que a Alay le gusta que le hablen.
–¿Y qué puedo decirle?
–Que es muy guapa, por ejemplo.
Peter miró a su hija con una sonrisa
en los labios.
–Hola, preciosa. ¿A que lo pasamos
bien cuando Lali se fue a cenar? Claro, ¿a quién no le gusta jugar con un
montón de anillos de colores? Y esos ositos de peluche son muy suaves, ¿eh?
Alay empezó a balbucear alegremente,
como si quisiera responder, y Lali soltó una carcajada.
–Lo estás haciendo muy bien –dijo
después.
–¿Entonces por qué te ríes?
–Porque resulta un poco raro ver a un
hombre tan... –quería decir viril, masculino, sexy, pero no lo hizo– joven
hablando con un bebé.
–No soy tan joven.
No, no lo era. Saber que era adoptado
despertó su curiosidad y le había preguntado a Emma, la cocinera, que le había
contado un par de cosas sorprendentes, como su edad, por ejemplo. Ella creía
que tenía unos veintiocho o treinta años, pero tenía treinta y cuatro. Había
pensado que era un rico mimado, pero por lo visto se había marchado de casa a
los dieciocho años y había trabajado para una constructora antes de abrir la
suya.
–Tengo treinta y cuatro años.
–Lo sé. La cocinera lleva aquí
treinta años y me ha dicho que tenías cuatro cuando empezó a trabajar para tu
madre.
–¿Ah, sí? ¿Se acuerda?
–Dice que eras un niño muy mono.
Peter sonrió.
–También era muy travieso. ¿Y tú?
¿Quería saber algo sobre su vida? No
recordaba la ultima vez que alguien le había preguntado por ella y no por
Gaston, por el accidente o por la pierna. No quería hablar sobre eso y tuvo que
decirle a su corazón que se calmase, intentando convencerse a sí misma de que
solo era una conversación normal, sin importancia.
–Yo no era demasiado traviesa.
–Seguro que eras una de esas niñas
buenas que nunca molestaban a nadie.
–Desde luego no molestaba a la
cocinera porque no teníamos ninguna.
Peter rio mientras se colocaba a Alay
al hombro.
–¿Entonces qué hacías? ¿Te gustaba la
Historia? ¿Hacías teatro en el colegio? ¿Ibas detrás de los chicos?
El corazón de Lali dio un nuevo
vuelco.
–Deberías estar hablando con Alay, no
conmigo.
Él miró a su hija, que estaba
quedándose dormida.
–Está como hipnotizada. También ella
quiere saber algo de tu vida.
–La verdad es que no hay mucho que
contar.
–¿No ocurrió nada durante los
primeros años de tu vida?
Lali se puso colorada. Le gustaría
tener alguna anécdota que contarle, pero no tenía ninguna. Había empezado a
salir con Gaston en el instituto, fue con él al baile de graduación, resultó
herida en el accidente y después había pasado los siguientes cinco años de
hospital en hospital o visitando a Gas...
Y entonces entendió por qué no quería
hablar de ello con Peter. Quería un poco de espacio, un poco de tiempo para
olvidarse de ello, para estar con gente que no supiera nada del accidente;
gente que no la mirase con compasión.
Peter se levantó de la mecedora para
dejar a la niña en la cuna y Lali hizo
lo mismo con Tomas.
–Buenas noches.
–Buenas noches –respondió ella.
Pero ninguno de los dos se dio la
vuelta.
En los ojos de color azul zafiro
había un brillo especial y ese brillo aceleró su corazón. ¿Podría estar Peter interesado?
Había sospechado eso el primer día, cuando se miraron el uno al otro mientras
montaban los columpios. Había visto ese mismo brillo en sus ojos, uno que no
había visto nunca en los de otro hombre.
Pero sabía que era un error, de modo
que se dio la vuelta.
Y él hizo lo mismo.
Al día siguiente, Peter entró en la
cocina ya vestido con traje de chaqueta y corbata.
–Buenos días.
Lali sonrió mientras le daba la
papilla a Tom.
–Buenos días.
Había logrado calmarse un poco
después de la noche anterior. Peter solo estaba intentando entablar
conversación, no tenía el menor interés por ella, de modo que había exagerado
al tomar miradas y preguntas inocentes por lo que no eran... tal vez porque se
sentía sola. No era fácil hablar con alguien que no respondía, pero no
necesitaba ser víctima de una atracción absurda, solo necesitaba hacer amigos.
–Tenemos que hablar –dijo Peter entonces.
Lali se quedó sin aliento. Esperaba
de corazón que no fuese a preguntarle lo mismo que la noche anterior...
–¿Sobre qué?
–Pasado mañana es sábado.
–Ah, eso.
–Dijiste que tenías que ir a algún
sitio.
–Y así es.
–¿Está cerca de aquí? ¿Tienes que
llegar a una hora determinada?
–No está lejos y puedo llegar a
cualquier hora, no te preocupes.
–Solo lo pregunto porque tengo que
establecer un horario para los niños.
–¿Un horario?
–¿Tengo que darles yo el desayuno?
¿Volverás por la noche o estarás todo el día fuera? ¿Vas a dormir en casa de
tus padres?
Lali no lo había pensado, pero su
única prioridad era ver a Gas, de modo que no tenía por qué dormir en casa de
sus padres.
–Podría darle el desayuno a los niños
y marcharme después.
–No tienes que hacerlo... –Peter suspiró–.
Solo quiero establecer una agenda.
–Les daré el desayuno antes de irme.
–Muy bien –asintió él.
Cuando salió de la cocina, Lali se
apoyó en la encimera, suspirando. Fingir que no había habido un terrible
accidente en su pasado era absurdo. No estaba mintiendo, aunque tampoco estaba
siendo sincera del todo. Pero no quería la compasión de Peter porque entonces no se sentiría normal.
Lali cerró los ojos. ¿Era por eso por
lo que no se lo contaba? ¿Porque quería ser normal para él?
¿Qué le estaba pasando?
A mediodía, empujó el cochecito de
los niños hasta la casa principal y Gimena salió a recibirlos con un traje
clásico y chic.
–Pasad, pasad. ¡Cande, los niños
están aquí!
Una morena bajita apareció entonces
en el vestíbulo y después de mirar a los niños se llevó una mano al corazón.
-Gimena, tenías razón. Son los
niños más guapos del mundo –dijo, antes de ofrecerle su mano a Lali–. Hola, soy
Cande, la cuñada de Peter. ¿Puedo tomarlos en brazos?
–Sí, claro –respondió Lali.
Cande era preciosa, pero no como una
modelo sino más bien como la vecina de al lado. La clase de mujer con la que Peter
se casaría.
–Puedes tomarlos a los dos, si puedes
–bromeó.
–Vamos a tener a los niños para las
dos solas durante una buen rato –dijo Gimena–. Bueno, eso si podemos convencer
a Lali para que se quede después de
comer.
–Hoy no puedo. Tengo que echarme un
rato porque los niños se despiertan de madrugada y si no lo hago por la noche
estoy agotada.
–Entonces, vete –dijo Gimena alegremente–.Cande
y yo queremos tenerlos todo el tiempo posible.
Lali atravesó el largo pasillo que
llevaba a la cocina. La cocinera, una mujer bajita de pelo gris que llevaba
treinta años con la familia Montgomery, y JoAnn, la criada, estaban sentadas a
la mesa.
–Siéntate –dijo Emma–. La sopa está
enfriándose.
Lali colgó su chaqueta en el respaldo
de una silla.
–No teníais que esperarme.
–No estábamos esperando –dijo JoAnn,
levantándose–. La señora Montgomery va a organizar una fiesta el sábado, así
que estoy supervisando a un equipo de limpieza. Lo siento, tengo que irme.
Cuando se marchó, Lali , tomó la
cuchara para probar la sopa.
–Ummm, qué rica. Deberías abrir un
restaurante.
La cocinera hizo un gesto con la
mano.
–¿A mi edad? No, no. Además, los
Montgomery son como mi familia.
–Sí, ahora lo entiendo.
–¿Ahora lo entiendes?
–Sí.
Emma puso una mano en su brazo.
–¿Por qué tengo la impresión de que
te ocurre algo?
–No, no es nada. Es que... me
comporto de manera diferente con Peter.
–¿Diferente en qué sentido?
–No le he contado lo de mi accidente,
por ejemplo.
–Bueno, es lógico que quieras
olvidarlo.
–Creo que no es por eso –Lali sacudió
la cabeza–. Creo que lo hago porque me gusta Peter.
–¿Te gusta en qué sentido?
–Me siento atraída por él.
–Ah, vaya.
–Al principio pensé que era un
gruñón, pero no es verdad. Solo es una persona a la que se le han venido encima
muchos problemas de repente. Y creo que está empezando a controlar su vida.
–¿Como tú? –le preguntó Emma.
Lali se encogió de hombros. No se
había dado cuenta hasta ese momento, pero el accidente había sido para ella lo
que sus hijos para Peter ; una sorpresa que había cambiado sus vidas por
completo. Era lógico que se sintieran atraídos el uno por el otro, casi como si
fueran almas gemelas.
–No eres la primera niñera que se
enamora del padre de los niños que está cuidando –dijo Emma–. Es normal.
Lali torció el gesto.
–No sé yo.
–Peter no es el hombre adecuado para
ti –siguió la mujer–. Es mayor que tú y ha sido criado en un ambiente
totalmente diferente al tuyo. Lo que sientes no es más que una atracción por un
hombre guapo.
–Eso es lo que me digo a mí misma.
–Porque es la verdad.
–¿Y entonces qué hago?
–Encuentra una manera de olvidar esa
atracción. Concéntrate en que Peter es tu jefe, por ejemplo. Tienes que
recordar que vuestra relación debe ser profesional.
–¿Cuidar de los niños no es
suficiente?
–Sí, pero debes buscar una
distracción para que tu trabajo parezca más un trabajo que una familia. Como si
fueras la profesora de Peter.
–No te entiendo.
–Me has dicho que él no sabe nada
sobre bebés y que tienes que enseñarle muchas cosas, ¿no?
–Sí.
–Pues métete en la cabeza que eso es
parte de tu trabajo y, en lugar de fijarte en lo guapo que es, encuentra la
forma de enseñarle a ser mejor padre.
–Sí, eso podría funcionar –murmuró
Lali.
–Debes dejar de verlo como un papá
guapo y empezar a verlo como un hombre que no tiene experiencia y al que tú
debes enseñar. Te garantizo que funcionará.
Esa noche, Lali contuvo el aliento
cuando Peter volvió a casa.
–¿Qué tal los niños?
–Hoy han sido particularmente buenos.
Creo que, como recompensa, deberías darles tú la cena.
–¿Yo solo?
–Puedes hacerlo, seguro.
–Entonces, debería cambiarme de
camisa.
–Sí, sería lo mejor.
Peter fue a su habitación y volvió
unos minutos después en camiseta y vaqueros. Una camiseta y unos vaqueros que
lo hacían parecer más joven y mucho más sexy.
Recordando su charla con la cocinera,
Lali intentó verse como una profesora. Lo preparó todo para que Peter le diese
la papilla a los niños y luego se apartó un poco.
–¿Todo bien?
–Lo he hecho antes –respondió él–.
Estuve solo con ellos durante dos semanas, así que no necesito que estés
pendiente todo el tiempo.
Lali hizo una mueca.
–Lo sé, pero los niños necesitan
tiempo y atención. Contigo dándoles la papilla y conmigo vigilando, tienen las
dos cosas.
Como para confirmar eso, Alay empezó
a reír.
Pasaron el resto de la noche con ella
mirando por encima de su hombro y ofreciéndole consejos. Y, como Emma había
predicho, empezó a sentirse un poco mejor. Casi como una profesora.
Los niños empezaron a agitarse a las
dos de la mañana y fue corriendo a la habitación para que no despertasen a
Peter. Cuando a las seis de la mañana, Peter y ella entraron en la habitación a
la vez, ella le dijo que no lo necesitaba, que podía darse una ducha.
Orgullosa de sí misma, Lali los llevó
a pasear por el bosque y luego a ver a su abuela. Todo iba perfectamente hasta
que fue a buscarlos después de comer y Gimena le recordó la fiesta del día
siguiente.
–Tus padres van a venir y me gustaría
que tú también estuvieras.
–Es muy amable por tu parte, pero si Peter
viene a la fiesta yo tendré que quedarme con los niños.
–Mi hija, Trisha, se quedará con
ellos –dijo Cande, que estaba tomando café con su suegra.
–Ah.
Lali no sabía qué decir. Le
encantaría ir a la fiesta, pero no tenía nada que ponerse. Y aunque lo tuviera,
su pierna seguía llena de cicatrices, de modo que no podía ponerse un vestido.
–Será divertido para Trisha –insistió
Cande–. Está deseando quedarse con sus primos.
Lali supo entonces que no iba a poder
hacer nada.
Afortunadamente, su primer sueldo
podría servir para comprar un traje de chaqueta elegante o un vestido largo que
escondiese su maltrecha pierna.
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UnA sola cosa que decir: no se pierdan la fiesta ;)
Pd: Gracias Cielo por la recomendacion
Pd: Por si quieren pasar por la novela de cielo es http://casijuegosca.blogspot.com.ar/ ;)
HOLAAAAA aqui estar cielo jajajaa
ResponderEliminarquieroo mucha mas nove LA AMOOO
ResponderEliminarme dijo Chari en mi blog que te diga lo siguiente: que pongas la forma facil de comentar el nombre /url y sin verificacion de palabras xq en esta forma en que lo tienes ella no puede comentar
ResponderEliminareso me dijo ellaaa me voy yendo
ResponderEliminarquieroo maas besitos besitoss http://casijuegosca.blogspot.com.ar/
ResponderEliminarquieroo mas me encantaaa http://casijuegosca.blogspot.com.ar/
ResponderEliminarMe encanta.Recién hoy puedo comentar,se me cortaba internet.Emma ,x mucho k le dio el consejo ,quiero imaginar k es para k LAli se enganche más.Espero pronto cap .
ResponderEliminarSube más acabo de encontrar tu nove!!!
ResponderEliminar@ROCHI16TA